sábado, 29 de diciembre de 2012

Las abejas son capaces de sentir pesimismo

Cuando los humanos estamos deprimidos o angustiados, tendemos a ver la botella medio vacía, y no medio llena. Y una nueva investigación ha demostrado que este mismo fenómeno puede ser observado en las abejas.
Es posible detectar evidencias de una actitud pesimista en diversos animales, como por ejemplo perros, ratas y aves, cuando estos atraviesan momentos difíciles. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, ha comprobado a través de experimentos de comportamiento que las abejas también comparten esas mismas características de conducta que denotan una actitud pesimista.
Las investigadoras Melissa Bateson, Suzanne Desire, Sarah E. Gartside y Geraldine A. Wright han mostrado que las respuestas emocionales de las abejas ante un suceso negativo son más similares de lo que se pensaba a las de los humanos. Las abejas angustiadas por el ataque simulado de un depredador experimentan pesimismo como lo haría una persona angustiada ante una situación difícil, y presentan los mismos síntomas básicos en su conducta. En otras palabras, las abejas agobiadas también consideran que la botella está medio vacía en vez de medio llena.

(Foto: Erik Hooymans)
Las investigadoras, sin embargo, matizan que, aunque las abejas experimenten pesimismo como los humanos, eso no quiere decir necesariamente que su forma de sentir esa y otras emociones sea igual de intensa que la forma de sentir de los humanos. Sobre esta cuestión, todavía no hay consenso en la comunidad científica.
Las autoras del estudio no creen que el fenómeno observado en las abejas sea exclusivo de éstas y no se dé en ningún otro invertebrado. Es más razonable suponer que cualquier animal, por simple que sea, es capaz de experimentar el pesimismo y actuar bajo su influencia. En realidad, es una cuestión bastante relacionada con la selección natural, ya que ante peligros potenciales, un animal tiene mejores oportunidades de salvarse si cambia su comportamiento.
noticiasdelaciencia

martes, 25 de diciembre de 2012

Descubren una conexión entre la conducta social y las cualidades maternales de las abejas

La profesora Gro Amdam, de la Universidad Estatal de Arizona, dirigió la investigación colaborando con M. Kim Fondrk y Robert Page de la misma Universidad, y Angela Csondes de la Universidad de California en Davis.

Las abejas melíferas viven en complejas sociedades comunales que incluyen divisiones del trabajo entre las abejas obreras. Las obreras son abejas hembras cuyas tareas incluyen la limpieza, mantenimiento y defensa de la colmena, la crianza de las más jóvenes y la recolección del néctar y el polen.

Otras especies de abejas, como las carpinteras, no presentan un comportamiento social, llevando vidas solitarias. Esto ha incitado a los investigadores a estudiar cómo se han desarrollado las estructuras sociales y las divisiones del trabajo en las abejas a partir de sus antepasados solitarios. La investigación de Amdam apoya la idea de que los elementos de la conducta reproductiva de esos ancestros evolucionaron para formar la base de la vida en sociedad y la división del trabajo. Las abejas obreras, que son exclusivamente hembras, son estériles (no ponen huevos) cuando una reina está presente. Sin embargo, si se elimina a la reina, algunas de estas hembras desarrollan sus ovarios y ponen huevos.

Recolectar polen es una conducta reproductiva materna en las especies solitarias de abejas en su estadio reproductor, mientras que cuando no se hallan en dicha fase se alimentan principalmente de néctar. Amdam se preguntó si estaban presentes relaciones similares en las altamente socializadas abejas obreras. Así, advirtió que una cierta proteína asociada con el estado reproductivo de las abejas era más común en las que preferían recolectar polen (identificadas por Amdam como la variedad con alta acumulación de polen). Los bajos niveles de esta proteína estaban asociados con abejas que recolectaban principalmente néctar (la variedad con baja acumulación de polen).

Usando esto como fundamento, Amdam y Page supusieron que las abejas obreras con vida social y alta acumulación de polen, aunque no reproductoras, representaban el estado maternal reproductor de sus antepasadas solitarias, que probablemente recolectaban polen cuando estaban activas desde el punto de vista reproductivo. Por contraste, las abejas obreras con baja acumulación de polen representaban el estado de aquellas mismas antepasadas cuando estaban inactivas reproductivamente.

Debido al surgimiento de colonias con reinas responsables de la reproducción, los estados ancestrales de recolección ya no estaban unidos a la actividad reproductiva en las abejas obreras, supuso Amdam. Pero los estados todavía podrían influenciar la conducta recolectora, produciendo en las abejas obreras una división de labores entre las recolectoras de polen y las recolectoras de néctar.

Amdam preparó un experimento para determinar qué variedad de abejas obreras se volvían reproductivamente activas más deprisa. La variedad con alta acumulación de polen fue la más rápida en desarrollar los ovarios, mucho antes que la variedad con baja acumulación de polen, demostrando que la hipótesis de Amdam es correcta.

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sábado, 8 de diciembre de 2012

Las abejas se defienden de los pesticidas reproduciéndose a destiempo para salvar su especie de la "elevada mortandad"

Las abejas son el vector de la polinización indispensable para la biodiversidad y los expertos también advierten de que la falta de polinizadores "conducirá inevitablemente" a una disminución de los cultivos. De hecho, las abejas están involucradas en la producción de frutas (como el albaricoque, la fresa, pera o manzana), cucurbitáceas (como el melón o la sandía), las solanáceas (como el tomate y el pimiento), el kiwi, las culturas oleaginosas (colza o girasol), las habas, la cebolla y el perejil.

Pero este himenóptero presenta una "elevada mortandad" que, según varios técnicos en apicultura consultados por Europa Press, se debe al uso "masivo" de pesticidas sistémicos, lo cual ya ha llevado a crear una plataforma para pedir que se dejen de fabricar y comercializar el conjunto de los plaguicidas neonicotinoides y fenilpirazoles, una clase de insecticida que actúa sobre el sistema nervioso central de los insectos.

Ante esta situación, son varios los expertos que coinciden en la observación de que, amén de la influencia del "cambio climático", las abejas se defienden de los pesticidas reproduciéndose a "destiempo", en otoño o


invierno, para salvar su especie, como si "se diesen cuenta de que se mueren más en los últimos años".

Así, aunque no hay datos estadísticos, la observación de la naturaleza en los últimos años por parte de los apicultores sí ha servido para concluir que las abejas actúan de esta forma extraña, reproduciéndose cuando no hay néctar en la naturaleza que recoger, es decir, cuando no existe la capacidad de alimentar a tantos himenópteros.

La reproducción de las abejas consiste en que la unidad, es decir, la colmena, se divide en dos. Por ejemplo, implica que si hay 30.000 abejas, 15.000 se vayan a otro lugar para formar otra colmena. Durante ese periodo (de división y 'nombramiento' de una nueva abeja reina --la que produce los huevos--), no se produce el mismo nivel de miel, con lo que, además de las consecuencias mortales que producen los pesticidas, también se originan pérdidas económicas para los apicultores.

La Unión Nacional de Apicultura Francesa (UAF) apunta varias pruebas en las que se explica la relación entre la mortalidad de las abejas y el uso de pesticidas sistémicos, como la distribución geográfica de las pérdidas, la coincidencia de este fenómeno con el uso de este tipo de pesticidas, o la variación en la situación de un apiario a otro.

Un estudio francés publicado en la revista Science el 29 de marzo de 2012 reveló los riesgos de los plaguicidas sobre el sistema nervio central de las abejas, causando la muerte indirectamente relacionada con la pérdida de sentido de la dirección y, por lo tanto, de no volver a la colmena.

Este estudio demostró, asimismo, una mortalidad muy elevada de las abejas expuestas a una dosis cinco veces más baja que la considerada como letal, lo que pone de manifiesto la incidencia indirecta por la desorientación de la abeja derivada del contacto con los pesticidas.

Además, otra publicación reveló los riesgos de pesticidas en las poblaciones de abejones, ya que colonias infectadas por plaguicidas mostraron una reducción significativa en el crecimiento y producen un 85 por ciento menos que las colonias de control, en consecuencia, ese mismo porcentaje menos de nidos para el año siguiente.

lainformacion.com